miércoles, 18 de mayo de 2011

Un polvo




Abrís la puerta y ni bien nos vemos nos pegamos uno al otro como dos imanes opuestos, poderosos. Tu pierna derecha, ágil, se trepa por mi izquierda y nuestras cinturas se unen. Nos agarramos los pelos en medio de un beso de apasionada humedad, siento tu respiración sobre la mía y noto como se aceleran.


Te agarro el culo, por la izquierda, sosteniendo tu pierna encima de la mía. Vos también me agarrás el orto con con una mano mientras la otra sigue jugando en el pelo.
Los dos sentimos como los glúteos se contraen mientras hacemos presión para juntar los sexos. Mi pene está duro. Lo sentís y te empezás a humedecer. Hay jadeos. Me mordés un labio y me mirás a los ojos, los tuyos están en llamas, los míos seguro que también.
Bajás la pierna, y poniendo las dos manos en mi nunca empezás a comerme la boca con desesperación. Yo te agarro el culo con ambas manos y te pego a mi cintura mientras contraigo y relajo para que sientas todo mi miembro.
Retiro mi mano izquierda y la subo por tu costado, acaricio la cintura, la espalda y me poso en tus senos. Los aprieto y disfruto que no tengas corpiño.


Te separás y con las dos manos me empezás a sacar la remera. Pierdo por un rato la vista. Vos mirás para abajo y vez que mi pene asoma por encima del pantalón, está gordo, te calentás como hace mucho no te pasaba.

Me saco finalmente la remera, doy un paso adelante y cierro la puerta del departamento. Te saco la blusa de un tirón. Me agacho y empiezo a besarte un pezón, siento como se pone duro mientras vos me despeinás y mirás al techo. Mis dedos y mis labios se desesperan sobre tu pecho.

Te separás nuevamente y me empujás contra la puerta.
Con las dos manos me desabrochás el pantalón de un tirón. Yo no puedo más que mirarte extasiado. Me bajás el pantalón y el calzón mientras te agachás. Veo mi pene latiendo, parece a punto de estallar. Lo tomás con ambas manos. Empezás a masturbarme suavemente mientras me mirás a los ojos, sabés que tenés todo el control.
Comenzás a besarlo con increíble destreza. Te entretenés un ratito hasta que sentís que es tu turno.

Yo aprovecho el respiro para volver al ataque. Te levanto y a los empujones llegamos a un cuarto. Te tiro en la cama y comienzo a bajarte el pantalón despacio, muy despacito. Me gusta notar la impaciencia en tus piernas que se contraen para acelerar el desnudo. Suave, muy suave empiezo a sacarte la bombacha negra. Mientras la bajo voy besando tu pubis apenas con algo de bello; tus piernas, hermosas. Tomándote por la cintura te giro. Empiezo a besarte la cola. Te muerdo suavemente un cachete mientras una pequeña nalgada sacude el otro. Te fuerzo a levantar tus caderas, pero tu cabeza sigue abajo, mordiendo la almohada.

Mi boca se posa en tu ano, la lengua juega con sus bordes mientras mis dedos se clavan en tus cuádriceps. Te giro nuevamente, estás ahora boca arriba. Mi lengua juega con tu clítoris mientras dos dedos se hunden en tu humedad. Otro, más pequeño, se desliza por tu ano. Empiezo a acelerar el ritmo y con tus dos manos empezás a sacudir mi pelo. Me tirás, me pellizcás. Noto que te gusta y acelero más y más. “Voy a terminar” atinás a avisar, es lo quiero, pienso y no me resigno.

Tus piernas se contraen al fin, caés de costado mientras te sacude un breve temblor. Vuelvo a la carga enseguida. Te giro y nuevamente levanto tu cintura. Poso mi pene macizo en la ralla de tu cola y empiezo a subirlo y bajarlo. Siento como tu cuerpo enseguida está otra vez listo para empezar. Introduzco de a poco mi sexo en el tuyo. Ahogás un gemido en la almohada. Flexiono mi pierna derecha para penetrarte más profundo. Embisto una, dos, tres veces, cada vez más fuerte. Empiezo a impactar tu cuerpo con fuerza y velocidad, nuestros gemidos se tapan. “Más, más” atinás a gritar. “¿te gusta?” “Me encanta”.

Te sigo cogiendo un buen rato. Mi pene, duro, se pierde en tu alma. Nuestros gemidos se vuelven cada vez más repetitivos. Me avisás que estás por llegar de nuevo; me alegro, yo estoy igual. Acelero y acelero, te impactó con todo mi ser, el sudor ya parece diluvio cuando por fin siento el orgasmo llegar, mi semen se vuelca dentro de ti. Nuestros orgasmos se juntan, los estiro con un par de impactos más hasta que caigo, agotado, a tu lado. Tomo tu cintura, te beso en el cuello, y sin darnos cuenta ya no estamos.

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