martes, 29 de noviembre de 2011
Final del juego
Edenizar. Edenizar viejos amores es lo que hago.
Ya no recuerdo cuando fue que decidí ser solo una sombra de mí. Tal vez borré como sin querer el instante aquel en que renuncié a vivir como si valiera la pena. Ahora edenizo.
Me levanto, no tan temprano, y paso mi mano sobre las sábanas pensando en aquella pelirroja en cuya cama perfumada amanecí tantos soles. Cierro los ojos cinco minutos para ver, antes de levantarme, ese escarlata furioso acariciando su espalda. .
En la ducha, mientras me enjabono suavemente, recuerdo las mañanas de sexo húmedo que, en aquella bañera celeste y de corte colonial, supimos compartir con una gringa de ojos verdes.
A la hora del café, mientras la taza humea en mis manos - hoy ya más viejas que por entonces - la pienso a ella, LA colombiana, y sus desayunos de frutas tropicales y expresos casi tan negros como su pelo.
Mientras alterno entre los diarios y algún libro de moda, aprovecho la mañana atajando vientos en el parque, al tiempo que mi mente me retrotrae una y otra vez a esa mesera de modales fuertes y reacciones exageradas, que ocultaba sus agudas reflexiones a los ojos mundanos del prejuicio habitual.
A la hora del almuerzo me pego una viaje para el norte del Perú, me encuentro buscando sombras en la cocina de mi departamento porteño para esconderme del sol abrazador que baña las costas norteñas del país del Inca. En la silla vacía que se posa frente a mí, la dibujo cada día a Diana, morena de cinturas anchas, que sacude al son de una música que solo escucha ella, pero que disfrutamos los dos.
Luego en el trabajo, mientras ataco sin ganas las teclas gastadas de algún viejo computador, me refugio en el regazo amplio de Marta, esa que mis amigos de adolescencia llamaban "la vieja". Me recuerdo de sus cariños suaves, que si no fuera por la lujuria con que se disfrazaban de tanto en tanto, podrían haber sido confundidos por maternales.
Hace ya unos años que he dejado de merendar, y será por ello que pienso cada vez menos en esa inglesa de ojos celestes, que detrás de su cara angelical guardaba un mar de reproches enfermizos. Bien sabía ella complementarse con exquisitos besos para adormilar mi orgullo, un te agridulce que algún día me cansé de tomar.
Ya en las cenas, cada vez más tempranas, me encuentro con Isabella en algún punto de la Italia, y me pierdo en su figura y sus pastas mientras devoro, adormecido, alguna comida descongelada.
Luego, tras un día de viajes, de caricias en jóvenes pieles hoy ya marchitas, entro en mi habitación. Me saco los zapatos, los pongo junto a la cama para evitar problemas, y me desvisto silenciosamente con las luces apagadas. Doblo mi ropa y la acomodo en una silla mientras decido, una vez más, no lavarme los dientes en señal de protesta idiota contra el destino.
Entro en mi cama lo más suavemente que el cuerpo me lo permite, y empiezo mi pelea contra el insomnio sin siquiera tocar a Marta, esa vieja chota, por temor a despertarla y que ella intente, una vez más, infructuosamente, despertar a esta chota vieja.
martes, 8 de noviembre de 2011
Simbolismo goloso -
Durante años me manejé con ellos bajo el sistema más anárquico y desconsiderado. Los repartía a diestra y siniestra sin ningún tipo de contemplación más que mi propio gusto, es decir, básicamente, ofrecía aquellos que menos me gustaban. De pequeño regalaba los verdes menta, luego los naranjas y amarillos, y más tarde los rojos y azules (si, se que es extraño regalar los rojos y azules).
Sin embargo, todo eso cambió. Descubrí, en el transe de la fila de un Correo Argentino, la analogía sexual implícita en la cándida inocencia de los caramelos Sugus. Ahora que la percibo, me resulta inentendible el hecho de que pasara tanto tiempo desapercibida.
Lo que al principio se me mostró como una idea divertida, fue con el paso de las horas tomando mayor sentido, y terminó de corroborarse al ponerme en contacto con las máximas autoridades nacionales de Arcor.
La cuestión es sencilla, los famosos masticables traen aparejados un sistema de declaración de interés sensual y/o sexual que toma, como referencia, las luces del semáforo.
El verde menta es la señal de avance, que puede ser un guiño de aprobación o bien un llamado de apareamiento, dependiendo claro, del conocimiento o no de la reciprocidad del sentimiento. Este caramelo refrescante, invita al contacto al tiempo que permite sortear incómodas situaciones provocadas por molestas gingivitis o empanadas de carne.
El amarillo, limón, es el caramelo más hijo de puta. Es, por supuesto, menos que todo, pero también más que nada, el famoso limbo de la incertidumbre. Quien lo recibe no sabe si debe acelerar o clavar los frenos. Puede que si acelera llegue a tiempo, o puede que se la ponga de lleno contra un 60 ¿Y si frena? Y si frena, tal vez se pierda la oportunidad de cruzar la línea de gol y abandonar la masturbación patética del amorío platónico. O quizás si desacelera el amarillo finalmente pase a verde... ¿Cómo saberlo? Por otra parte, quien otorga un sugus amarillo también corre riesgos. La vaguedad de su mensaje, la incapacidad de tomar posición puede provocar que nos roben un beso no deseado, o que claven los frenos cuando la intención era invitar a acelerar. Agrio y de ácido humor es, sin dudas, la opción preferida del histericismo, y puede significar la pérdida de cordura para más de un neurótico.
Llegamos, finalmente, al rojo. Un NO rotundo, pero que desde Arcor se apuran en aclarar que es "con estilo". Un rechazo con gusto a frutilla, como para endulzar la amargura del desamor.
Es alarmante pensar cuántas veces habremos desestimado el profundo significado simbólico de nuestro reparto indiscriminado de sugus... Sin embargo, como decía Nietzsche, arrepentirse es tan estúpido como morder una piedra, y es por eso que no nos queda más que mirar hacia adelante.
Vale la pena, ya que estamos, desmentir un par de teorías que podrían haber sido implantadas por la competencia de la prestigiosa empresa de Arroyito, Córdoba.
En muchos portales de internet se puede leer, con el énfasis exagerado de quien sabe estar mintiendo, que el caramelo naranja representa un cruce entre el rojo y el amarillo, y que claramente habría heredado la inexactitud de su ascendente limonero. En los mismos sitios web se dice que el verde clarito es el famoso "te quiero... como amigo", una suerte de rojo que por vergüenza se vistió de verde esperanza, una patada en el culo con olor a manzana.
Sin embargo, Arcor se ha encargado de desmentir estos rumores aseverando que tanto el naranja, como el manzana y el ananá, son "caramelos sin contenido simbólico", cuyo sentido es permitir que los consumidores puedan compartir caramelos con sus familias sin tener que analizar fenómenos como los de Edipo o Electra, ni tener que sentirse incestuosos.
jueves, 3 de noviembre de 2011
No saben nada
Tiempos grises donde el amor ha sido adoctrinado
¿En qué escuela mediocre se enseñó que ama quien lo dice? Me gustaría saber donde vive el matemático que explicó que monogamia amaba más, y encontrar la cátedra maldita en la que enseñaron que ser fiel es igual a tener sexo con una sola persona. Quisiera viajar en el tiempo y dejar de ustedes solamente escombros.
¿Adoctrinar al amor? Como si nuestra conciencia, limitada y contradictoria, pudiera ponerle un cerco al infinito.
¿Adoctrinar al amor? Para qué, si no hay nada que corregir.
Podríamos tratar, y esto si, de adoctrinarnos para amar. Y no hablo de pétalos violáceos flotando en la fresca brisa de una tarde primaveral, sopesando el canto de una golondrina que veo bailar al ritmo de tu pulso, retumbando en mi oído, que apoyado en tu pecho sueña con poder detener el sol.
No, hablo de tomarse unos mates, mirarse a los ojos, sonreír. Sentirse, sentirnos, sentir
¿Qué tiene que ver el amor con frases cargadas de firuletes y compromisos?
¿Acaso no nace el compromiso para obligarse a cumplir? Y qué tiene que ver el amor con la obligación, si el amor es libre o no es nada.
Malditos catedráticos del amor, maldigo sus manuales y sus fórmulas vacías.
Alguien debía decirles, que de amor no saben nada.
miércoles, 26 de octubre de 2011
Un cinco de trébol y todo el poder del mundo
El otro día estaba jugando a la guerra con Dios. A esa guerra que se juega con las cartas, esa que el que tira la carta más alta se lleva las dos y empieza a hacer un pocito, entonces después cuando se le acaban las cartas en la mano mezcla el pocito y sigue tirando, y todo así hasta que uno de los dos se queda con todo el mazo.
El otro día estaba jugando a la guerra con Dios y nos cagábamos de la risa.
En un momento hicimos una apuesta. Él me apuró y me dijo que si me ganaba yo tenía que escribirle un cuento.
- “¿Qué cuento?”, le pregunté. “Uno”, me dijo haciéndose el chota.
Acepté, claro, porque eso del temor de Dios siempre me pareció una pelotudez.
Empezamos a jugar una nueva partida. Que pim, que pam, as que va, sota que viene, el muy conchudo me estaba cagando a palos, hasta que una ráfaga de figuras empezó a torcer la historia.
“Tomá”, “te cabió”, mi pilón no paraba de crecer hasta que a Dios le quedaron tres cartas.
Tiramos y pasó lo que pasa en un cuento trillado: dos ochos, empate. No sé si saben, pero cuando pasa eso, cada uno de los participantes tiene que poner una carta boca abajo tapando aquella del empate (en este caso los ochos) y se juega la siguiente carta por las seis que hay en la mesa.
Tapamos entonces. A Dios le quedaba una carta en la mano y a mí 47, pero yo pensaba que si pudo con los panes y los peces seguro que con las cartas también. Me estaba preguntando qué carajo hacíamos si volvíamos a empatar, porque a Dios no le quedaban más cartas cuando: “¡Ya!”, rugió el Barba y la tierra pareció temblar.
Mientras tiraba mi carta pude ver que era un cinco. Un cinco de trébol, pero bien que me pareció de mierda.
Y pasó, como es lógico y obvio, lo que tenía que pasar. Dios tiró un tres, creo que de diamantes, pero que más da.
Gané. Si, gané. Le gané la guerra a Dios.
Era el momento de cobrar mi apuesta y Dios, re caliente por cierto, me preguntó qué quería. Yo lo vi frustrado, realmente, estaba mal el tipo. Entonces, para aliviarlo un poco le dije que le iba a hacer el cuento igual. “Yo te hago el cuento Barba, así es como que ganamos los dos. Yo te hago el escrito, pero como gané, vos me tenés que prometer que lo hacés realidad” - “De una loco, de una”, me dijo contento y sin pensarlo mucho.
Y bueno Dios, acá estoy haciéndote el cuento. Y vos, mientras enroscás la cuerda alrededor de tu cuello, pensás que yo soy un traidor, otro Judas. Puede que tengas razón. Puede que tengas razón mientras te subís al banquito y enganchás el nudo de orca en la viga central del techo.
Con una terrible bronca dibujada en tus ojos milenarios mirás la hoja cuadriculada en tu cama. Es tu testamento, sí, es tu testamento.
Te parás firme y posás tu vista en el espejo. El te devuelve un rostro marcado de pavor y entonces te das cuenta que eso que sentís es miedo. Un miedo húmedo y prfundo que te hace temblar, te contrae los músculos. Notás como un sudor frío comienza a brotar por todo tu cuerpo, tus manos se cierran mientras tus dedos intentan atravesar la piel de tus palmas, queriendo llegar a ese vibrante vacío. “Pánico, esto es el pánico”, pensás mientras sentís la vida con una fuerza inédita.
Finalmente juntás el coraje necesario y pateas el banquito contra la pared. Un instante de incertidumbre y ¡PAH! La cuerda te presiona el cogote con un golpe seco. Sentís como tu nuez se hunde ahogándote, pensás: “¿Por qué mierda no elegí ser mina?”, y con ese arrepentimiento dejás el mundo.
Adiós Dios, era necesario.
Testamento de Dios para todos sus herederos, hijos e hijas de la Tierra y el universo
1º. Les dejo, ante todo, la libertad. Rompo con este escrito toda obligación, todo pacto de sumisión, esclavitud, fidelidad, ley, etc, etc, mediante el cual ustedes estuvieran sujetos a mi voluntad. A partir de hoy cuentan con su voluntad y nada más que su voluntad.
2º. Les delego también el poder de crear. Ya no están obligados a creer las creaciones de otros, ni siquiera las mías, pueden crear sus propias creencias y creerlas para creerse y crearse.
3º. Conmigo se van a la tumba todas las reglas de valores universalmente válidos y trascendentales. Ya no existen “bien” ni “mal” verdaderos.
4º. Les dejo la potestad de administrar y repartir bajo sus propios criterios todos los bienes y seres del mundo y el universo en la medida que sean capaces. Les recomiendo (y no es más que una recomendación), recordar que ustedes son agua, son oxígeno y son nutrientes de la tierra, quizás deberían, ahora que van a estar solos, pensar en cuidarse un poco más.
5º. En fin, y para resumir, les dejo el poder y la libertad de hacer absolutamente todo aquello que quieran y de lo que sean capaces. Yo me fui, hagan la suya.
miércoles, 19 de octubre de 2011
♪ El que no salta es metafísico, el que no salta es metafísico ♫
Éramos como cien en clase. El profesor nos desafiaba a pensar que toda nuestra realidad era un sueño. Estábamos leyendo a Descartes y su teoría de la duda. El profe insistía, pesado, en que lo único que realmente podíamos experimentar como cierto era nuestra existencia. En un momento álgido de su exposición, el tipo nos mira y pregunta: "¿Cómo pueden saber si están despiertos o en un sueño?" Yo levanté la mano con una cara de aburrimiento supremo, porque me parecía una pelotudez la clase, al fin y al cabo ¿Qué mierda tenía eso que ver con derecho?
El tipo me miró sorprendido, se notaba que lo había sacado del libreto. Me miró y con un cabeceo me dio pie para hablar. "Es fácil, me hecho un meo, si estoy durmiendo me voy a despertar mojado", le dije.
Bastantes de los compañeros se cagaron de risa, lo cual me sorprendió y me puso un poco incómodo, porque yo no pretendía hacer un chiste. El tipo murmuró algo y me preguntó "¿Pero cómo? No entiendo lo que quiere decir". Yo, un poco intimidado, le dije que no importaba, que era un chiste, y me hice el pelotudo.
Lo cierto es que mi planteo iba en serio. Lo que pretendía decir era: ¿Qué mierda nos importa si la vida es un sueño o es real? ¿Nos importa?
Lo mismo me pasó hoy leyendo un libro que publicó hace poco un amigo. En un diálogo del libro se planteaba la cuestión sobre la finitud o infinitud del universo y me brotó nuevamente esta vieja idea ¿Cómo puede ser que tantas personas se hayan pasado horas debatiendo si el universo era finito o infinito? ¿Por qué estúpida razón todavía hoy hay quienes se pasan horas discutiendo sobre la existencia o no de Dios?
(Dejando afuera la ya cansada necesidad de pensar que nuestros yoes sigan después de muertos) Creo que hay dos estímulos posibles. Por un lado, pensar que las respuestas a ese tipo de preguntas pueden cambiar nuestras motivaciones, nuestros gustos, nuestras elecciones. Por el otro, dedicar la vida a tratar de responder esas preguntas hasta ahora irresueltas. Ambas posiciones me resultan de una cobardía absoluta.
La primera, en tanto y en cuanto somete la propia voluntad a una existencia ajena. Es decir, supongamos que existe un Dios, entonces sometemos nuestro querer al querer de este, porque si no ¿Qué sentido tiene ese Dios? La cobardía aquí es evidente y palpable, a demás de que ese discurso puede tener un corte claramente dictatorial, siempre que pensemos que los demás también tienen que someterse a aquello ante lo que nosotros nos sometemos. Este es el discurso moral fundamentando en un bien y un mal abstractos.
La segunda me parece un mero miedo a la muerte. Es decir, uno dedica su vida a responder preguntas imposibles de responder con la esperanza de encontrar respuestas que sigan vivas aún cuando uno muera. Porque, seamos honestos, ¿qué otra motivación puede tener quien se dedica a verificar si el cosmos es eterno o no, o si la vida es un sueño o es real? Tal vez vender libros... digamos que esa opción también puede estar.
Sea como fuera, creo que en realidad el proceso es al revés, y esas dos explicaciones que acabo de exponer están mal enfocadas. Si, me gusta hinchar las pelotas y contradecirme en el mismo escrito.
Es que lo más habitual es que uno se plantee esos cuestionamientos de forma esporádica, no todo el tiempo. Cada tanto, en un día nublado sin lluvia, cuando ha pasado algún tiempo desde la última travesía sexual, seguramente mediocre, con la panza un poco vacía, o demasiado llena, uno se pone a pensar pelotudeces metafísicas. En el fondo, creo, se buscan respuestas abstractas a fenómenos fisiológicos. Probablemente lo que pasa es que dormimos poco, o que dormimos mucho, o que estamos aburridos o faltos de ejercicio. Pero la primer respuesta que viene a la cabeza es un acto reflejo. Pensamos que estamos mal porque la vida no tiene sentido (?), o que estamos mal porque estamos alejados de Dios (?!), o que estamos mal por la insignificancia del ser humano (?!!), o que estamos mal porque nuestro amor no es correspondido (?!!!!)... Mil respuestas metafísicas y/o racionales para responder a una realidad latente: la estamos pasando mal.
La respuesta más honesta, más brutalmente sabia, me parece nos la dan, como casi siempre, los nenes y las nenas. Ellos, si la están pasando mal, tiene una respuesta instintiva vacía de explicaciones racionales: o lloran o intentan pasarla bien.
Dicho así sueltito puede hasta sonar mediocre, superficial y hedonista. Tiene un poco de todo eso, seguro. Como también tiene de ambicioso, de profundo y de mesurado. Pasarla bien no tiene porque ser un pensamiento básico de perro al palo, puede implicar un montón de placeres profundos, incluido el placer de llorar con ganas y no reprimirnos. Vivir con intensidad, aún en la monotonía. Si, ahora parece que me puse a decir huevadas que suenan rico y nada más. Fijate, que se yo, por ahí si, me chupa un huevo, no me quiero poner metafísico.
martes, 20 de septiembre de 2011
La inocencia del devenir
"Jugar, jugar y ver que pasa"
El Ocaso de los ídolos titula esta edición de bolsillo, y yo ya lo había leído tiempo atrás. Pasando las hojas me paré en aquellos versos que tenía señalados con una tinta azul barata, por supuesto. Y llegué, al ratito, a este que me trae a escribir. Es uno de los párrafos “8”, el último del capítulo que el alemán tituló Los cuatro grandes errores, lo marqué con un casi ilegible “inspirado” y dice así:
Estuve un tiempo alejado de Nietzsche. Perdimos contacto no sé bien por qué. Él siempre estuvo ahí, disfrazado de tinta impresa en mi estantería, y yo lo dejé. Si me apuran, adivino que lo dejé porque ya estábamos, ya me había dicho lo que yo quería escuchar y entonces me tocaba vivir, algo que tal vez, al mismo Frederich le costó más que escribir.
Como sea, volví a sus libros. Y volví, claro, porque ya no estábamos, porque yo ya no estaba ¿Dónde estaba? Bueno, estaba acá, pero con un corte que no me sentaba bien, muy rutinario, muy sedentario, muy, muy, muy demasiado humano, claro.
Así que cuestión me fui a cagar, literalmente, y tomé un libro de Nietzsche sin pensarlo mucho, que es actuando de ese modo cuando más se acierta, digamos.
El Ocaso de los ídolos titula esta edición de bolsillo, y yo ya lo había leído tiempo atrás. Pasando las hojas me paré en aquellos versos que tenía señalados con una tinta azul barata, por supuesto. Y llegué, al ratito, a este que me trae a escribir. Es uno de los párrafos “8”, el último del capítulo que el alemán tituló Los cuatro grandes errores, lo marqué con un casi ilegible “inspirado” y dice así:
“Nadie es responsable de existir, de estar hecho de este o de aquel modo, de encontrarse en estas circunstancias, en este ambiente. La fatalidad de su ser no puede ser desligada de la fatalidad de todo lo que fue y será. Él no es la consecuencia de una intención propia, de una voluntad, de una finalidad, con él no se hace el ensayo de alcanzar un «ideal de hombre» o un «ideal de felicidad» o un «ideal de moralidad», - es absurdo querer echar a rodar su ser hacia una finalidad cualquiera. Nosotros hemos inventado el concepto «finalidad»: en la realidad falta la finalidad...
Se es necesario, se es un fragmento de fatalidad, se forma parte del todo, se es en el todo, -no hay nada que pueda juzgar, medir, comparar, condenar nuestro ser, pues esto significaría juzgar, parar, condenar el todo... ¡Pero no hay nada fuera del todo!
- Que no se haga ya responsable a nadie, que no sea lícito atribuir el modo de ser a una causa prima, que el mundo no sea una unidad ni como sensorium ni como «espíritu», sólo ésto es la gran liberación - sólo con ésto queda restablecida otra vez la inocencia del devenir... El concepto «Dios» ha sido la gran objeción contra la existencia"... Nosotros negamos a Dios, negamos la responsabilidad en Dios: sólo así redimimos al mundo.”
Hoy quiero trabajar un poquito en la idea de este escrito. En la íntima seguridad de que no somos responsables de absolutamente nada.
Recién, en medio de mi escritura, escuché silbar la pava. Una cagada, se me hirvió el agua para el mate. No es tan grave igual, ahí está el termo desbocado, escupiendo vapor esperando estar a punto. El hervor de esa agua olvidada en la hornalla, fue tan inevitable como el hecho de que yo olvidara ir a buscarla, tan inevitable como el accionar de mis dedos en estas teclas, y tan inevitable como que vos estés leyendo ahora estas palabras.
Todo lo que percibo me hace pensar que mis decisiones, mis movimientos, voluntarios o no, son tan necesarios, tan absolutamente inevitables como la excitación de Silas (el perro que vive en casa) al verme entrar; y su excitación tan inevitable como el florecimiento de los jazmines del jardín en primavera; y el florecimiento de estos tan inevitable como el caer de una gota de lluvia; y el caer tan inevi… Se entiende la idea.
La inmovilidad de una piedra le pertenece tanto a ella como estas palabras a mí, o como tu mayor orgullo a vos. Lo único que nos empuja a pensar que esto no es así es el deseo de que no lo sea.
Por supuesto, el hecho de que la humanidad casi entera, se haya pensado por tanto tiempo a sí misma como un elemento diferente de la realidad, como un ente superador, distinto, dueño de sí, apartado del resto, fue también algo necesario, inevitable.
Creo, sin embargo, que los tiempos de ese paradigma se están terminando. Tal vez esa creencia tenga mucho de deseo, tal vez no tanto, el tiempo dirá.
Como fuera, ese no es el punto de mi escrito. Acá vengo, nomás, a revivir la invitación de Nietzsche a sumarse a esta corriente del pensamiento. Esta que asume su levedad y su no su, es decir, que lo mío no es tan mío ni lo tuyo es tan tuyo, aunque la individualización de la pertenencia nos sirva para convivir, lo cierto es que mi conciencia es tan mía como el sabor de la manzana es de ella. Mi voluntad es mía como el color de mis ojos, y yo soy tan ella como soy uña de mi pulgar, la separación es una cuestión de enfoque y un modismo histórico que la humanidad ha de superar, o con el cual ha de perecer.
El inicio de este modismo es difícil de saber, pero podemos animar una explicación, una de las tantas que quizás vengan.
Podemos suponer que en la prehistoria, y seguramente durante su desarrollo, un(a) joven notó la diferencia entre el desear hacer y el hacer. Es decir, dejó de actuar meramente por impulso. Se percató que, antes de realizar tal o cual movimiento, lo deseaba. Separó así, de manera semiconsciente, la voluntad, del hecho. Al mismo tiempo, y por un fenómeno tan simple como la proyección, ese individuo, o ese grupo de individuos, entendió que el resto de los hechos sucedían bajo el mismo proceso. Primero deseo, luego acción. Así fue que empezó la persuasión de manera conciente, la comunicación con entidades como la lluvia, el sol, la madre tierra. Con el paso del tiempo la humanidad logró entender y anticipar fenómenos naturales, y así ha separado la idea de “voluntad que da origen” (¿la idea de dios?) de esos fenómenos, y ha dejado, en parte, de hacer sacrificios y rituales en pos de “convencer” a la naturaleza. Sin embargo, la humanidad se ha pensado por fuera de esa naturaleza, y ha persistido en la creencia de que nosotrxs sí poseemos esa “voluntad que da origen”. Durante algún tiempo sostuve que esta creencia persistía por cuestiones sicológicas, es decir, básicamente por miedo a la muerte. Por la necesidad de pensarnos trascendentes y no meros acontecimientos de un todo que no podemos manejar, donde nuestro ego, nuestras culpas, nuestros méritos, no son sino chistes sin sentido.
Hoy, sin embargo, creo que esos componentes sicológicos, si bien seguro apuntalan, no son el fundamento de la creencia de la humanidad por fuera de la naturaleza. Creo que el factor fundamental por el cual la creencia de que nuestra voluntad da origen (al contrario de la voluntad de movimiento de un planeta, la voluntad de florecimiento de una flor, o la voluntad de cohesión de una roca), es que no hemos logrado un desarrollo científico lo suficientemente profundo como para anticipar nuestras reacciones mentales de un modo que no dejen duda de su inevitabilidad. Se descartó la idea de que la tierra era redonda recién cuando se pudo dar la vuelta al mundo. Se descartará la idea de que nuestra voluntad es originaria (y no necesaria, inevitable) recién cuando se lo pueda demostrar, pero antes, mucho antes, podemos ser varixs sosteniendo esa hipótesis. La cuestión, claro, es ¿Por qué hacerlo?
Ahí entra, nuevamente, el texto de Nietzsche. Yo la promulgo porque disfruto la “inocencia del devenir”, y quisiera disfrutarla con un número mayor de personas. La inmunidad de simplemente acontecer, la libertad de percibir, de sentir, de experimentar y fluir sin culpas, sin méritos, sin objetivos ególatras. La renuncia a finalidades que sirven nomás para alimentar el ego, permite liberar los sentidos y mirarnos, a nosotrxs mismos y a lxs demás, sin tapujos, sin máscaras, sin deberes y sin prohibiciones, sin juicios de valor. Mirar la realidad sin pensar como debiera ser permite un entendimiento mucho más profundo y más sencillo, y evita la posibilidad de poner máscaras a nuestras pasiones.
En ese punto me perdí. Anduve por ahí poniéndole máscaras a mis pasiones, disfrazando mis malestares con excusas morales. No siento culpa claro, porque no podía haber sido de otro modo, pero disfruto el entenderlo y renunciarlo una vez más, vaya uno a saber hasta cuando.
Mientras tanto ¡Salud! Y hasta la próxima.
sábado, 10 de septiembre de 2011
Supermercado
Llego caminando al supermercado. Atravieso la puerta mecánica y me divierto con su movimiento automático. Quisiera volver para atrás, hacer una doble entrada nomás para divertirme un rato, pero ya soy adulto, o joven, o algo. Sigo avanzando.
Saludo al guardia con un leve cabeceo y miro las cajas, poca gente, me alegro. Me alegro de que haya poca gente, “que antisocial de mierda” pienso mientras encaro la fila de carritos.
Tomo un chango y lo empujo. Cada vez que lo hago me acuerdo de mis tiempos de ñato, cuando corría y me paraba en los caños del carro y jugaba a ser Schumacher. Hoy el alemán ya no es el número uno, y yo soy adulto, o joven, o algo.
En el sector verdulería hay una madre joven. Su hijo quedó esperando solo en el asiento de un changuito mientras ella guarda las cebollas. Su hijo llora abandonado mientras ella embolsa unas cebollas. Grotesca imagen del pendejo malcriado.
Me llevo dos tomates redondos, lechuga mantecosa, un morrón rojo, tres limones, tres manzanas verdes y cinco bananas.
Me cargo un picado fino en el camino, el olor a salamín me puede.
Llego a la ruta de los lácteos y me encierro en una de las tantas dicotomías de mercado. Entera o descremada. Son dos palabras y soy consciente de eso, pero parecen representar mucho más. Diversión o salud. Sencillez o snobismo. Por un lado el verde naturalista, por el otro el azul de barrio. Ya fue, agarro una chocolatada.
¿Qué me falta? Creo que nada. Encaro para las cajas por el callejón de los vinos y licores. Uhhh, el papel higiénico.
No hay nadie en mi calleja, así que tiro una coleada y sale buena. Me sube un poco la alegría. Miro para adelante, nadie. Arranco un trote empujando el carro con las dos manos. Empezamos a tomar velocidad. Salto y me paro encima de los fierros que cubren las ruedas traseras de mi vehículo. Me siento un Sebastien Loeb de supermercado. El carro vibra bajo mis pies, mis ojos sonríen aún más que mis labios.
Una mujer atraviesa el final del corredor, es la madre con el hijo llorón. Pongo el pie izquierdo sobre la rueda del mismo costado. El carro colea, se balancea inestable pero consigue quedar en pie, yo salgo trastabillando pero mantengo el vertical.
Miro para abajo y siento como la sangre fluye por mi rostro. “Disculpe”, atino a murmurar mientras retomo el control de mi Ferrari.
Doblo a la derecha dos veces solo para evitar volver por el camino en que anda la vil testigo de mi idiotez. Odio doblar a la derecha.
De casualidad retomé por el camino de los papeles. Agarro un pack de cuatro rollos de higiénico y sigo directo para las cajas. Hay una vacía pero dice que máximo diez productos.
Tomates uno, lechuga dos, morrón tres, limones cuatro, manzanas cinco, bananas seis, chocolatada siete, higiénico ocho y salamín nueve. Joya.
sábado, 30 de julio de 2011
¿Contradicciones?
En la vida hay contradicciones, se las encuentra todo el tiempo. Se esconden en heladeras, debajo de las almohadas, entrepapeladas en los escritorios y hasta en los propios dedos. Se disfrazan de espacio entre un par de prominentes paletas, de pezones empecinados en apuntar a direcciones opuestas y hasta de grandes pestañas sobre ojos sin sabor. Hay contradicciones, y a veces hasta nos resultan atractivas.
De entre todas ellas hay un par, dos, que me resultan inquietantes. Son, para mí, especialmente molestas, y no porque me jodan de manera particular, de hecho, hasta el día de hoy no las sufrí en, lo que se dice, carne propia. Me perturban, principalmente, porque las encuentro de manera cotidiana. Pero no sólo por eso, sino que también me eriza, en cierto modo, el hecho de que ellas no se consideren tales. Yo creo que son contradicciones, por cierto, pero ellas se empecinan en querer demostrarme lo contrario.
Es curioso, o tal vez no, que se manifiesten regularmente en un grupo de determinadas personas, esas mismas con las que suelo compartir gran parte de mis razonamientos (aunque eso de "mis" me suene a un exceso de egolatría).
Una de ellas me parece adivinarla en quienes defienden a ultranza, como yo, la teoría de que las condenas, a los criminales de a pie, como un pibe chorro digamos, deben ser suaves, y deben impartirse con humanitarismo. Lo sostenemos así porque entendemos que esos pibes están influenciados por una suerte de fuerzas sociales, y culturales, que modelan sus actividades. Como les decía, muchas veces noto, en estas personas, lo que yo entiendo es una contradicción. Lo hago porque, a la hora de tratar a otro tipo de criminales, que no nacieron, por ejemplo, en una villa, son partidarios de la crueldad como correctivo. Para ser más claro, y salirme de la escritura con fines de boutique, lo pregunto en gaucho ¿No se contradicen quienes piden baja pena para la gente humilde y cadena perpetua para los represores? Apa, que preguntita eh. Ahora, probablemente, si es que al menos dos personas han llegado a leer hasta aquí, una, quizás, se esté empezando a inquietar, pensando que, tal vez, este Pino sea medio facho.
La explicación, que suelo escuchar cuando planteo esta inquietud, es siempre igual, o casi: "No es lo mismo un pibe que nace sin oportunidades a un pibe que nace con muchas". En este caso, cabría preguntarse sí, aquella gente que ha tenido la desgracia de nacer en la miseria, pero ha llevado una vida adelante sin delinquir, tiene el derecho de pedir cadena perpetua para el pibe chorro que terminó matando ¿Acaso quienes nacimos y nos criamos en un barrio de clase media (o alta) estamos menos atados a las fuerzas sociales y culturales que quienes lo hicieron en una villa? Hay quienes me dirán "Por supuesto que si, porque tenemos la posibilidad de discernir el efecto que esas fuerzas causan en nosotros". Pero esto, está claro, no siempre es cierto, pues no siempre quien nace con la posibilidad latente de aprender, termina aprendiendo. Muchas veces, esas mismas influencias socio-culturales llevan, a alguien, que nació con la aparente oportunidad de discernir la influencia de aquellas, a no hacerlo, pues prefiere jugar al backgammon, o la play 3. Dudo, para seguir el ejemplo, que muchos de los milicos que han participado en la última dictadura hayan sabido discernir la influencia que tuvieron, en ellos, las fuerzas socio-culturales, de hecho, hasta el día de hoy, es todavía un misterio, pues las implicancias fueron enormes ¿Cuántos de los milicos, que en aquellos tiempos eran subordinados de los subordinados de los capos que respondían a los intereses nacionales que respondían a los intereses internacionales, sabían que estaban siendo usados de forro por el capitalismo norteamericano en su lucha contra cualquier idea de emancipación de la colonia? ¿Cuántos, aún hoy, niegan tajantemente que eso haya sido así? ¿Qué debería entonces priorizar el Estado? ¿La prisión de quienes no entendieron el rol que jugaron o la compresión de los hechos? Ya, me estoy yendo a otro partido, sepa disculparme.
Sigamos, ahora, con la otra ¿contradicción? que me aqueja habitualmente. Se da, al igual que la anterior, con sorprendente regularidad, aunque quizás en un número menor de gente. La veo, en resumidas cuentas, en quienes defienden a ultranza, como yo, la libertad de credo. Solemos coincidir en una gran cantidad de cuestiones, como el hecho de que cada quien puede introducir en su cuerpo la sustancia que desee, o que cada quien puede definir, sin más, el género que desea represente su identidad (en este caso hago una salvedad, yo quisiera que hasta existiera la posibilidad de Género: "ninguno" ¿Por qué no?). Sin embargo, recientemente, me di cuenta que con muchas de aquellas personas con quienes comparto estas visiones, tengo desencuentros a la hora de hablar de prostitución. Me ha sorprendido, y no gratamente, ver que me encuentro más sólo o, mejor dicho, menos acompañado de lo que pensaba en esta cuestión. Soy un convencido, y la enorme mayoría de las tres personas que tal vez lean esto deben saberlo, de que la prostitución debe ser legalizada, regulada, y lxs trabajadorxs sexuales deben poder defender sus derechos como gremio. Estaba convencido, hasta la erradicación del rubro 59, que éramos muchos y muchas quienes pensábamos de este modo, y me he llevado la sorpresa de ver que no es así. Aquí también hay argumentos, que suelen estar maquillados con diferentes colores, pero al final de cuentas dicen, simple y llanamente "¿Cómo se van a dejar coger por guita?", a lo que yo me pregunto, sorprendido ¿Qué les hace pensar que ellxs no están cogiendo? En fin ¿Acaso no deberíamos entonces prohibir el porno? Espero que no...
Como sea, manifiesto por las dudas, que me opongo a la explotación sexual, porque me opongo a la explotación en general, pero en este caso particular estamos a tiempo de evitarla y buscar formas de que la prostitución legal se ejerza sin intermediarios que cobren por, simplemente, tener plata y usarla para que otrxs trabajen. En este sentido, deberíamos, entiendo yo, más que seguir tapando una realidad, buscar la manera de ayudar a la autogestión de lxs trabajadorxs sexuales, porque si no, simplemente estamos ayudando, desde la inacción, a que prosiga creciendo la explotación, pero eso, nuevamente, ya es otra historia.
Me voy aliviado, porque pude sacar del pecho estas ganas de decir "Me parece que la estás pifiando en estos razonamientos". Probablemente quienes lean esto se sientan identificadxs, pero no se preocupen, creo que debería discutir estas cosas con el 90% de las personas con que interactúo cotidianamente. Más fácil plasmarlo en un blog y respirar aliviado. Salud! Y hasta la próxima.
martes, 19 de julio de 2011
La Casa Blanca enemiga de los pueblos latinos
"¡Allende no se rinde!", dicen que lo escucharon gritar segundos antes de morir en la Casa de la Moneda chilena, aquel 11 de septiembre de 1973. La Fuerza Aérea había bombardeado la casa de gobierno durante gran parte de la mañana, con el apoyo terrestre del Ejército (comandado por el luego dictador Pinochet), y el aval absoluto de la Marina, principal fuerza golpista, que cercaba Valparaíso. Casi el total de las FFAA chilenas se complotó para derrocar al Presidente, democráticamente electo, Salvador Allende. Solamente un importante sector de los detectives carabineros se mantuvo fiel a su mandato: defender al gobierno democrático.
Podría pensarse que este fue un problema netamente chileno, podría pensarse si no se quisiera o pudiera conocer la verdad. La intervención de Estados Unidos en el conflicto interno de nuestro país vecino es evidente e irrefutable. Los mismos norteamericanos, atados por ciertas pautas de su democracia interna, han exigido a la CIA que devele documentos de aquellos años. Estos memos, faxes y demás, aún con sus correspondientes tachaduras, no dejan lugar a duda sobre la fuerte intervención norteamericana en la política interna de Chile. Richard Nixon y su asesor Henry Kissinger dedicaron gran parte de su tiempo en la Casa Blanca a contrarrestar el avance del socialismo democrático intentando en Chile.
En nombre de la "seguridad nacional", y a través de "acciones encubiertas", la Casa Blanca buscó primero prevenir el triunfo de Allende, después evitar que asuma, y luego desestabilizar el país, crear caos para justificar y co-dirigir un golpe de Estado, que devino en una dictadura sangrienta que formó parte de la Operación Cóndor. La evidencia de estos hechos es cabal. Que hoy sean desconocidos por la inmensa mayoría del pueblo latinoamericano, que no se enseñe en las escuelas, es simplemente un triunfo (momentáneo, espero) del imperio que busca imponer ingenuidad y derrotismo en sus explotados.
"Estamos haciendo nuestro mayor esfuerzo encubierto para reducir la chance de que Chile sea el primer país americano en elegir como Presidente a un marxista declarado", reza un memorando de máximo secreto enviado por el Secretario de Estados Dean Rusk a la Casa Blanca el 14 de agosto de 1964 (Johson era el presidente de USA en ese momento, elegido luego del asesinato de JFK). Por esos años la CIA, entre otras maniobras, entregó al menos tres millones de dólares (en 1964 el dólar valía más que ahora), para financiar la campaña de Frei Montalva, candidato del Partido Demócrata Cristiano, opositor a Allende. "El candidato Frei no fue informado de esta asistencia", reza el informe norteamericano presentado por el Comité Church en 1975.
Frei ganó las elecciones de 1964 y los norteamericanos respiraron un poco más tranquilos. En el contexto mundial de la Guerra Fría, y con la Revolución Cubana latente, la Casa Blanca entendía que era imperioso evitar que un marxista declarado como Allende ganara las elecciones. Vale aclarar, llegado a este punto, que Chile nunca estuvo interesado en ser financiado por la Unión Soviética, y que ésta tampoco quiso financiarla porque Cuba ya le representaba un importante gasto. Y también, que a pesar de la muy buena relación que Allende pudo entablar con el Che, y principalmente con Fidel, nunca se vio seducido por la confrontación armada. Salvador confió, hasta último momento, en la lealtad de su pueblo para con las instituciones democráticas. Tanto así que en la mañana de su último día llamó a Pinochet para pedirle su apoyo, no creyéndolo jamás capaz de traicionar su mandato.
Volvamos sin embargo a 1964. Allende perdió pero siguió adelante con su lucha por unificar a la izquierda chilena (algo tal vez más difícil que pelar un pirulín en la playa sin que se llene de arena). Fue avanzando en su proeza. Médico, campeón nacional de natación y decatlón durante su juventud, dirigente político desde su época de estudiante modelo, este tipo sabía conseguir lo que quería.
Llegaron las elecciones presidenciales de 1970 con un Allende muy motivado. El trabajo de su campaña, dicen, fue impresionante "No importaba la hora en que se acostaba, siempre se levantaba de madrugada y empezaba a trabajar como si ése fuera su último día. En sus campañas electorales no hubo nadie capaz de aguantarle el tren de trabajo", recuerda el periodista chileno Carlos Jorquera. Chile era una explosión política, las elecciones eran el tema de debate en cada esquina. Y la izquierda venía bien, representada más cabalmente en Salvador Allende y su partido, la Unidad Popular. La UP tenía muchas chances de ganar.
La Casa Blanca estaba muy al tanto de este panorama, tenía varios cables de comunicación. Entre ellos el embajador de USA en Chile, E.Korry, quien consideraba que "un gobierno de Allende sería peor que un gobierno de Castro". Peor porque alcanzar triunfos sociales de forma democrática podía motivar al resto de América Latina, y escupirle así el jardín trasero a Norte América.
Con este tipo de razonamientos se entiende que la Casa Blanca haya constituido el turbio Comité 40, presidido de forma clandestina por Kissinger. Su principal objetivo era impedir el triunfo de Allende, y para ello planearon polarizar la sociedad creando la conciencia de que el caos sería resultado de un triunfo de la izquierda "roja". Con este fin se publicitaban imágenes con tanques del ejército de la Unión Soviética desembarcando en Chile, situaciones totalmente alejadas del objetivo del candidato presidencial de la UP.
No alcanzaron los esfuerzos norteamericanos. El 4 de septiembre de 1970 la izquierda ganó las elecciones presidenciales con una mayoría relativa del 36.3 por ciento de los votos. Kissinger cuenta en su biografía que él le dio personalmente la noticia al presidente de los EEUU. "Mierda" (¡Shit!), fue el grito de Nixon, "estaba fuera de sí", recuerda.
El Mercurio fue el diario chileno que con mayor fidelidad jugó para la CIA durante todos esos años. Recibió dinero de manera constante durante la campaña y posterior presidencia de Allende. Agustín Edward, propietario por ese entonces del periódico, se reunió con Nixon el 15 de septiembre de 1970, once días después del triunfo allendista. Kissinger asegura que fue el empresario chileno quien le "calentó" el ánimo a Nixon, y que su exacerbado testimonio llevo al presidente norteamericano a decidir "engañar a la burocracia", es decir, trabajar de forma clandestina.
Esa misma noche se reunieron los altos mandos de esta acción clandestina. Richard Helms, por ese entonces director de la CIA, anotó de forma concisa las directrices secretas de Nixon. Entre ellas figuran "Elaborar un plan estratégico de supuestos variables en 48 horas" y "Hacer aullar de dolor a la economía (chilena)" .
Según el informe Church, Nixon le informó al director de la CIA que un gobierno allendista no era aceptable e "instruyó a la CIA para que jugara un rol directo en organizar un golpe de Estado en Chile para evitar que Allende accediera a la presidencia", y aclaró que podían hacer uso de cualquier alternativa, "con la sola salvedad de una acción del tipo República Dominicana". Es decir, debían hacer todo lo posible salvo invadir Chile con los marines. Unos demócratas totales. A continuación un párrafo textual de télex que la oficina central de la CIA envió a su cede en Santiago de Chile el 16 de octubre de 1970, un mes más tarde de las elecciones que ganara Salvador Allende:
"La política firme y continuada es que Allende sea derrocado por un golpe. Sería muy preferible que eso ocurra antes del 24 de octubre, pero los esfuerzos en ese sentido proseguirán vigorosamente después de esa fecha. Tenemos que seguir generando una presión máxima hacia este fin, utilizando todos los recursos adecuados. Es imperativo que estas acciones se realicen clandestinamente y en condiciones de seguridad para que el Gobierno de EEUU y la mano americana permanezcan bien ocultos." Creo que ya queda claro el punto.
Por entonces el jefe de las FFAA chilenas era el general Schneider, quien habría de ser asesinado por el delito de ser fiel a la democracia. Como el comandante en jefe era contrario a la intervención militar en el ámbito político, la CIA, articulando con sectores golpistas de Chile, decidió eliminarlo. La familia Schneider ha iniciado en el 2001 una demanda contra Henry Kissinger y el ex director de la CIA Richard Helms. (1) "El país comprende que él pagó con su vida su decisión inquebrantable de conservar una tradición de las FFAA de nuestra patria, de velar por la soberanía nacional, y de mantenerse leales a la Constitución, a las leyes y al régimen democrático", con esas palabras, Allende dejaba en claro que las intenciones de aquel crimen no le eran desconocidas.
Ese fue el primer asesinato que la CIA realizó en pos de debilitar el Gobierno allendista. A partir de entonces, fueron incesantes las acciones de desestabilización llevadas a cabo por el gobierno de los Estados Unidos. Se pasó cifras millonarias a los medios de comunicación, radios, canales de TV, diarios, apoyo a sectores militares golpistas, apoyo a sectores sociales opositores, falsa propaganda que buscaba polarizar la sociedad, aprietes económicos, hasta financiación de huelgas de sectores opositores como el de los transportistas (dueños de los transportes).
Los archivos desclasificados revelan que Nixon dijo a su gabinete que había decidido "hacer todo lo posible para dañar a Allende y hacerlo caer". Y para cerrar esta obviedad dejo un memo del 17/11/70, destinado a Nixon y firmado por el mismísimo Kissinger, que constituía el esbozo de las medidas a llevar acabo durante los años por venir:
"1- Acción política para dividir y debilitar la coalición de Allende.
2- Mantener y ampliar los contactos con militares chilenos.
3- Ofrecer apoyo a grupos y partidos políticos opositores no marxistas.
4- Ayudar a ciertos periódicos y utilizar otros medios de comunicación en Chile que puedan criticar al gobierno de Allende.
5- Utilizar medios de comunicación seleccionados (en América Latina, Europa y otras partes) para destacar la subversión del proceso democrático de parte de Allende y la intervención de Cuba y la Unión Soviética en Chile."
Vale aclarar, nuevamente, que este 5to punto era una absoluta falsedad.
A demás de esto, la CIA apoyó económicamente a las guerrillas de ultra derecha que buscaban desestabilizar el país de Allende. Una de ellas era el Movimiento Nacionalista Patria y Libertad, cuyo máximo referente fue el abogado Pablo Rodriguez, quien en los 90 fue defensor de Pinochet y hoy es decano de la Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo, en Santiago de Chile. El segundo en jefe de este movimiento, Roberto Thieme (luego esposo de una de las hijas de Pinochet), dijo a mediados del '73: "Los partidos políticos se han mostrado incapaces de contener el avance marxista. Ya no sirven de nada los discursos, las quejas y las acusaciones. El diagnóstico de la situación está hecho. La libertad se defiende con acciones y no con palabras. Ha llegado la hora de empuñar el fusil para defender la patria y si el precio de la liberación es la guerra civil, tendremos que pagarlo". Durante ese año se registraba un ataque terrorista cada diez minutos.
A todo este ataque, encubiertamente apoyado y en parte dirigido por EEUU, Allende respondió de una manera peculiar. Cuando una gran porción de l@s trabajadores y trabajadoras y l@s estudiantes organizados en apoyo del Presidente le pedían armamento e instrucción de milicias para defender el gobierno democrático contra el inminente ataque golpista, Allende se negó sistemáticamente a formar las milicias civiles que lo defendieran. Tal vez, como dicen algunos, fue demasiado inocente, tal vez, como me gusta pensar, fue lo suficientemente inteligente como para saber que sólo con la fidelidad militar su sueño de una democracia socialista era factible. Con su pasividad buscaba, pienso yo, demostrar donde se encontraban realmente aquellos que eran capaces de todo con tal de recuperar los privilegios perdidos.
Lo cierto es que las FFAA chilenas buscaron en vano, durante meses, armas en las fábricas bajo control obrero. Hoy es fácil notar que lo hacían con la esperanza de tener un motivo para realizar el golpe. Allende confió, hasta la mañana de su último día, en sus generales, creyó que su confianza plena, el hecho de dejar en sus manos el monopolio absoluto de las armas, sería suficiente para mantener su fidelidad. Se equivocó y lo pagó con la muerte.
Para terminar, voy a transcribir parte de los dos últimos mensajes que Salvador Allende decidió enviar por radio a sus compatriotas.
1- "En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato consciente de un presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La Historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor. Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra, roto la doctrina de la Fuerzas Armadas. El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor"
2 - "Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios clasistas que defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La Historia los juzgará. Seguramente radio «Magallanes» será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!"
Estas fueron sus últimas palabras a la gran audiencia, pero su último grito fue, y sigue siendo, el que empezó esta nota: "Allende no se rinde". Nosotros tampoco.
(1) Nótese el detalle, la demanda se presentó dos días antes del 11 de Septiembre del 2001, día recordado por la caída de las Torres Gemelas, y fecha en la que se cumplían 28 años de la muerte de Salvador Allende.
lunes, 27 de junio de 2011
Consejo de un tipo cualquiera
Redescubrir en la presencia ajena la existencia propia. Ese es, y no otro, el secreto de compartir, aún cuando se trate tan solo de una mirada, de un tacto disimulado. Sentir la fresca presión de la suela del zapato que cometió el error de patear un charco aquella fría noche invernal, notar la húmeda presencia de una media que se aprieta entre los dedos del pie, y mientras, la nariz arde congelada. Levantar la vista, saludar a los transeúntes, escuchar en su devolución la afirmación: "existís". Es la certeza de ser, y no ninguna otra ficción, la que alegra al cuerpo que se siente reconocido.
Es allí también donde juega la indiferencia, en el hacernos pensar, en lo más arcaico de nuestro inconciente, que no existimos, que no somos, que quizás, ya estamos muertos. Nos hundimos en la más monótona soledad cuando abrazamos una rutina insensible, un andar cansino que no se reconoce en los demás andares, y que se olvida, en su ensimismamiento, de disfrutar el gracioso y cálido tacto de un guiso de lentejas.
Somos capaces de caer derrotados ante la nula reacción de un perro que se empecina en desoír nuestro llamado, podemos abatirnos mortalmente al notar frustrado nuestro anhelo más trivial, no por el objetivo esquivo, si no por pensar nuestra falta de poder como un síntoma de muerte.
Llenar la vida de sentidos, o los sentidos de vida, no es lo mismo, aunque a veces vengan de la mano. Basta concentrar la atención en una meada para disfrutar la existencia, y alcanza con coger de memoria para ser una sombra.
Enfocar la conciencia en nuestro sentir, enarbolar la experiencia sensorial como primer bandera del buen vivir, ése es, y no otro, el consejo de un tipo cualquiera.
lunes, 13 de junio de 2011
Corruptela y otras yerbas
"Schoklender" suena a corrupción como River suena a promoción, son relaciones que están de moda, no así Forlán y Zaira Nada, que están de moda pero ya no son relación. Las cenizas están a pleno, pobre Nahuel además se tiene que bancar por cuatro años más a Sapag y su aparato, todo vuelve a sonar a corrupción.
¿Qué onda con la corrupción? No es tema nuevo. Justamente, lo preocupante es que de tan viejo está dejando de ser tema. "La corrupción es un problema de gestión, no ideológico", "Todos roban, pero estos hacen"; "Mientras hagan ¿Qué importa que se llenen de plata?". Mmmhh diría Marge, aunque con poco fundamento probablemente. Esa es la verdad, Marge no sabe un carajo, por eso no dice nada más que Mmmhh. Yo me voy a esforzar un poquito más.
El tema del administrador de "Sueños Compartidos", de la fundación Madres de Plaza de Mayo, es el nuevo ícono de la corrupción. El aparato de medios oficialistas sale enseguida con dos respuestas, por un lado limpiar a las Madres, atacando a la oposición para no pagar costo político, y por el otro flamear la bandera de las gestiones al grito de "nosotros le dimos un montón de casas a los pobres". En otras palabras, los mensajes son dos: "ellos son más hijos de puta que nosotros porque bardean a las madres y a los DDHH" y "hacemos un montón (aún cuando podamos chorerar algo)".
Ya, no voy a defender a las Madres acá. Ellas, que tuvieron los ovarios de marchar la plaza en plena dictadura, y mantuvieron el grito durante todos estos años, no merecen si no respeto. Ahora, otra cosa es Schoklender y "Sueños Compartidos". Suponer que Hebe no sabía nada del manejo de Schoklender es bastante ingenuo, basta leer la carta que Zito Lema (cofundador de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo) escribió para explicar su renuncia en el 2003.
El pañuelo de las madres debe permanecer como un símbolo de lucha, de emancipación, de coraje. Quienes ponen en juego eso son aquellos y aquellas que deciden mezclar su heroica lucha con intereses mezquinos. Schoklender por una lado y sus socios por el otro.
Volvamos a la corruptela ¿Qué es lo que molesta tanto? Bueno, por un lado es obvio, molesta que se lleven la guita que todos ponemos por impuestos. Es decir, cuando la corrupción se hace con fondos públicos como en este caso, rompe las pelotas en ese sentido. Por otro lado, saber que esos fondos (GUITA) patinados estaban destinados a pagar casas y salitas médicas. Es decir, hay menos casas y salitas médicas para los sectores más carenciados de la sociedad, pero más ferraris, cruceros y mansiones. Esto jode principalmente a los destinatarios de los proyectos, y en menor medida a aquellos/as que queremos una mejor repartición de la riqueza, a algunos/as realmente les importa un huevo, y están en su derecho, pero es bueno saberlo.
Ahora bien, el enriquecimiento de algunas personas a costa de otras es algo muy común en el capitalismo. Se le llama explotación o empleo en situación de dependencia dependiendo de algunas aristas. Sucede todo el tiempo en todos lados. En este caso, lo jodido es que se realiza de manera ilícita (según las mismas leyes capitalistas). No obstante, uno podría entender que quienes enaltecen el sistema capitalista puedan decir, sin ruborizarse, que "no es tan grave que choreen un poco". Ahora bien, no termina ahí la incidencia de la corrupción. El problema no es únicamente que se llenen de guita algunos a costa de los impuestos pagados por todos para otro fin.
Lo más jodido, a mi modo de entender estas cosas, son los delitos que vienen de la mano de la corrupción. Un cana que acepta 25 mangos para dejar seguir a un pibe en su auto aún cuando lo vio hablando por teléfono, puede no ser tan grave. Lo jodido es cuando ese cana, por dos gambas deja seguir vendiendo paco al dealer del barrio. Lo jodido es cuando ese dealer le saca las zapatillas a un pibe para darle 5 dosis, el loquito termina zombie por esa droga de mierda, y el dealer le paga al cana y a su proveedor, que a su vez le paga a gendarmería para meter la droga, y tiene la cocina en algún lugar del conurbano, donde explota a sus empleados a punta de pistola y mientras, la bonaerense hace agua.
Lo jodido de la corrupción es cuando un juez está transado con la federal y los prostíbulos, esos prostíbulos que fomentan y financian la trata de personas. "Trata de personas", podríamos decir secuestro y explotación sexual con uso forzado de fármacos, para que se entienda mejor. Lo jodido es cuando un juez está enroscado con esos prostíbulos, y más jodido aún si tres fiscales sospechan de esto y quieren iniciar cargos, pero los senadores se ponen de acuerdo en mantenerle los fueros al juez para que no pueda ser juzgado y de esta forma comprarse la conciencia del magistrado (ya el popurrí le va a dedicar un texto a Oyarbide).
Lo jodido es cuando la cana corrupta le ofrece a los pibes chorear para ellos y así evitar alguna condena chota por tenencia de porro. Lo jodido es cuando la cana organiza así bandas de robo organizado, mafias, con los pibes carenciados. Lo jodido es cuando un pibe se niega y desaparece en plena democracia.
Y hay un tercer tema. Ya sabemos que la corrupción causa enriquecimiento ilícito (algo no tan grave para algunos/as) y también que es eslabón imprescindible del crimen organizado (narcotráfico, trata de personas, incluso robo organizado por la propia cana). Ahora se suma el tercer eslabón, la corrupción de los funcionarios públicos que permite el saqueo.
Lo jodido de la corrupción es cuando gobernadores, directores de hospitales y universidades son financiados por megamineras, no porque las mega mineras les den algo de guita, eso está bueno eh. Lo jodido es que a cambio de esos billetes los funcionarios venden su conciencia, y con ella embargan el capital de las próximas generaciones y la salud de la presente. Lo jodido es saber que las mega mineras no son tipas buena onda eh, si pagan ahí es porque sacan de allá. Más vale, mejor pagarle unos pesos a algunos que pagar retenciones móviles por los miles de millones de dólares que se llevan por año en metales. Ni que hablar de la guita que se ahorran en medidas ambientales.
Lo jodido es cuando pasan billetes, se financian campañas, y a cambio de eso se vende el petróleo por cuarenta años (¡¡40 años!!). Algo que según el 41 de nuestra CN no debiera hacerse, pero es posible gracias al menemato apoyado por todos los gobernadores feudalistas que querían llenarse los bolsillos, entre ellos los mismísimos K.
Es fácil hasta para mí ver que la corrupción no sólo es poco ética, por más que existan quienes así lo publiciten. No, la corrupción es además sumamente peligrosa, y también saqueadora. Es fácil entender que la inacción, o la profundización de la corrupción no es un mero problema de gestión, es una cuestión de base ideológica. Fortalecer los lazos corruptos es jugar para el imperialismo económico a costa de la salud y el bienestar nuestro, es jugar para los narcos y los mafiosos a costa de nuestra seguridad, es jugar para quienes se enriquecen a costa de quienes siguen en la pobreza. Está claro, clarito, que el no ataque a la corrupción es, en el mejor de los casos, un acto de cobardía, pero la participación es ya sí una cuestión claramente ideológica.
Hasta pronto lector(a). El popurrí le deja un abrazo con la esperanza de que no sea cobarde ni esté ideológicamente alineado/a con la corrupción, porque en cualquiera de los dos casos será un corrupto/a en potencia, y de esos y esas tenemos como pa´tirar al techo.
lunes, 23 de mayo de 2011
Goteras
Llegué. Estoy seguro de que llegué. Es acá.
Una sensación de absoluta certidumbre se apodera de mí cuando alcanzo la cima de este monte y observo el valle que se me ofrece en frente. Es éste, sin dudas, el lugar que llevo buscando por tanto tiempo ¿Cuánto tiempo?, me pregunto y no sé contestarme. Perdí ya la cuenta de las noches de carpa solitaria entre cerros. Los amaneceres de intensos colores, las nevadas que cubrieron del más blanco de los blancos todos mis horizontes.
¿Cuántas lunas se suicidaron desde la última vez que abracé a un ser humano? Desde la última vez que vi un ser humano...
Incontables, incalculables me resultan las tardes que he pasado caminando solitario, con la verdad asumida de que yo, yo al menos, no estoy hecho para vivir en sociedad, en comunidad, siquiera en pareja.
Sentado sobre una roca de este pico, mis pies juegan sobre un precipicio que bien sería vertiginoso para quien no ha pasado, como yo, noches durmiendo colgado de una soga.
Abajo veo un paisaje imposible en su belleza. Un valle que nace blanco nevado en los picos de las cinco montañas que lo circundan.
Desde la sima que domino puedo ver como ese blanco luz se vuelve negro de golpe, oscuridad hecha de roca. Una línea, que parece no respetar formas, da paso al negro más negro después del blanco más blanco. El cambio es surreal.
La oscuridad de los cerros se empieza a matizar con esporádicos verdes a medida que la altura disminuye. Los colores van ganando terreno a la muerte y los últimos metros de ladera son de una primavera festiva.
Justo al pie del cerro en que me encuentro nace un copioso bosquecillo. Un verde profundo tiñe las copas de los árboles que pareciendo pequeños adivino majestuosos. La verde masa se extiende unos cuantos metros hacia el este y se funde con un lago, el cual está rodeado, tanto al sur como al este, por una fila de violetas árboles. Al norte su única costa pelada, de ella surge una serpiente de plata, un riachuelo que después de correr un tiempo, se pierde, casi sin curvas, en el vértice de un par de los montes.
Comienzo a descender en zig zag. El camino no es sencillo, pero a esta altura me muevo más cómodo en un cerro que en el llano.
Una paz interior indescriptiblemente profunda se apodera de mí. Siento como un leve viento acaricia mi costado izquierdo. Mis manos curtidas alcanzan una sensibilidad inédita, comprueban que las rocas en que se apoyan tiene una tersura suave, cariñosa. Mi cuerpo se funde con el olor dulzón de una primavera que se acerca.
Salto en las rocas con la suavidad de un susurro amoroso. No hay cansancio. Ningún miedo se atreve a tocar la bondad de mi alma feliz. Soy una rallo de sol que entibia la superficie de un estanque, una cuchara de azúcar endulzando el café de un amante. Disfruto al mismo tiempo la tibieza del hogar y el placer de la soledad. Plenitud.
El tiempo vuela y me arrastra. Llego al acolchonado pasto del valle y camino extasiado por un mundo de colores que sospecho nunca se vio. Flores rojas, amarillas, flores azules, violetas, naranjas, flores turquesas, rosas, flores blancas. Flores que mezclan colores en manchas, rallas, flores lisas, flores con olores dulces, amargos, flores sin olor. Flores.
Los árboles resultaron ser majestuosos nomás, terribles en su grandeza, frondosos, repletos de ramas y ramilletes que se entrelazan. Corro como un niño a internarme en el bosquecillo y me trepo por un tronco. Qué son estos árboles tan vivos - me pregunto mientras trepo y trepo ¿Respiran? Si, respiran. Es una certeza.
Juego en las ramas cuando noto la presencia de las aves. Se asoman de sus nidos y cantan a mi derredor, se agitan, bailan y juntan. Mi presencia parece haberlos despertado, mi presencia parece alegrarlos. Los hay de varios colores y tonos, mis sentidos captan remolinos de verdes en fa menor, azules bolas agitadas que cantan en do. El viento de sus alas roza mi cuerpo y mi alma quiere salir del pecho y volar con ellos, lo hace, vuelo. Vuelo con las aves y me amigo con el universo, somos uno, estoy vivo, estoy vivo.
Un grupo de bambis corre por entre los árboles justo debajo de mí. Los veo brincar, inclinar sus patas, cabecear y quiero jugar con ellos. Dejo a las aves y salto nuevamente al suelo. Corro con mis nuevos amigos, me revuelco entre ellos, nos olemos. Saltamos y brincamos, mis manos son pies y siento la tierra como nunca antes. Ruedo por el césped, soy bambi.
Me dirijo con mi nueva manada hasta el lago y sin notarlo estoy tomando agua en cuatro patas. Siento el líquido humedecer mi boca, correr por mi garganta, y recién percibo la sed cuando la estoy saciando, la ansiedad aparece, solamente, cuando se le superpone el placer. Todo es perfecto.
Un cardumen de amarillos peces pasa rozando mi nariz. Sin pensarlo me sumerjo y empiezo a nadar detrás de ellos. Soy sirena, soy delfín, soy hombre, mujer y raíz. Siento el agua pero no su temperatura. Dibujo formas en un mundo de sensaciones constantes mientras mi piel es acariciada en todo rincón.
Salgo del agua con el corazón danzando en mi pecho. El éxtasis absoluto comienza a disminuir a medida que vuelvo a respirar. Inhalo... exhalo...
La adrenalina deja lugar a una paz absoluta. Se relajan los músculos de mi cuerpo. Se relajan sin dolor mientras camino hacia el bosquecillo. El sol seca mi desnudo. Me dirijo a uno de los tantos árboles y me siento entre las raíces que forman un respaldo, un colchón de corteza suave que recibe mi lomo sin irritarlo.
Mi cabeza cae sobre uno de mis hombros. Una temperatura ideal acompaña el absoluto silencio que me envuelve mientras mis párpados empiezan a ceder. Estoy atravesando la puerta del sueño en total armonía, dejando la vigilia atrás sin siquiera notarlo cuando me trae de vuelta a la conciencia un ruido. Un goteo.
Plap, plap. Silencio. Plap, plap. Silencio.
Giro mi cuerpo, y haciendo caso omiso al ruido retomo ese estado de perfecta satisfacción. Me apresto nuevamente a dormir. Adiós vigilia hermosa, hola sueño, furtivo compañero.
Plap, plap. Silencio.
Un suave goteo no puede terminar con tan plácida tranquilidad. Me decido, igualmente, a buscar la naciente de aquel ruido, único sonido desafinado de esta alucinante orquesta.
Debe caer de algún árbol, una hinchada hoja que retiene agua - pienso mientras me paseo por el bosquecillo hermoso. Plap, plap.
La intensidad del estorbo no cesa, por lo que no me debo estar alejando. Sin embargo, nada a la vista parece justificar el sonido.
Si no puedes con él, escapa.
Cruzo el bosquecillo en un espléndido paseo. Al llegar al margen contrario, elijo un nuevo árbol, y en ese ejemplar, tan ideal como el anterior, me apresto a abrazar el sueño.
Plap, plap. Silencio. Plap, plap. Silencio.
Una leve irritación cubre mi ánimo. Cómo puede ser - me pregunto y no sé responder. El sonido se repite con similar intensidad, no me parece ni más fuerte ni más débil. Aunque tal vez la memoria me juegue una mala pasada.
Pienso. Pienso... ¡Eso! Si se escucha parecido, tan parecido, el sonido debe ser fuerte, y debe nacer de un sitio que se encuentre a similar distancia de cada rincón del bosque.
Miro en todas direcciones y mis ojos se detienen en un punto. La cola de la serpiente metálica. El fin del arroyo. ¡Eso!
Me decido a cubrir danzando toda la margen del lago hasta alcanzar el riacho. Con estilizados y largos zancos, voy atravesando los violetas árboles que en fila cubren sur y este del espejo de agua. El sonido se sigue repitiendo, pero será por poco tiempo.
Plap, plap.
Los espacios entre un par de goteos y el siguiente se van acortando. Mi danza se transforma en paso suave, mi humor tiene una grieta.
Soy muy feliz de igual modo. Mi vista se centra en las flores violetas, cada una con un tono distinto. Un aroma a te azucarado impregna el ambiente. Ruido, ese pequeño ruidillo es lo único que me separa de la perfección. Pronto volveré a abrazarla, y no nos soltaremos hasta que el tiempo deje de girar. Vida, preciosa vida.
Camino ahora junto al río, mi paso es un poco más firme. Plap, plap... plap, plap. El goteo es ahora una base de rítmicas corcheas.
Lo que a la distancia parecía un vértice entre dos montañas ahora muestra ser una amplia llanura. Alcanzo a ver, en el final del río, una caída. El ruido es acelera, debe provenir de allí. Necesito terminar con esa molestia, pero falta poco, falta poco.
Ya escucho el agua caer fuertemente, una cascada se adivina no lejos. El goteo sigue imperturbable, se impone al ruido de la catarata.
Me poso finalmente sobre el fin de la serpiente. Un paisaje abrumador humedece mis ojos. Una cascada inmensa, fortísima, cae brutalmente por unos centenares de metros. Parece imposible que tal caudal provenga del río que venía siguiendo, tan apacible como se viera. Me imagino que el riacho debe ser más hondo de lo que uno pensaba. Y el lago, cómo puede evitar vaciarse. En fin, eso no me preocupa tanto. El paisaje es impresionante. Una selva intensa nace al pie de la cascada, intensos colores surgen de las copiosas plantas que allí se acumulan. De diversos tamaños, formas y colores, la vegetación crece sin dejarle, hasta donde alcanza la vista, ni un centímetro de paz a la tierra.
Pájaros surcan volando por encima de la selva y por debajo de mis pies. La intensidad del agua golpeando al agua, el paisaje desbordante de vida, los colores de un atardecer que empieza a vislumbrarse. La perfección hecha paisaje. La perfección hecha paisaje y, sin embargo, mi espíritu está inquieto.
El ruidoso goteo me está arruinando tal vez, el momento más placentero de mi existencia. Plap, plap...plap, plap.
Ninguna gota que justifique tamaño sonido se adivina en la inmensa cascada.
Plap, plap, plap, plap. La gotas caen en mi cerebro y cada vez las oigo con mayor nitidez. Plap, plap. Grito, grito desbocado, quiero tapar el goteo. Quiero tapar el goteo pero no puedo plap, plap, plap.
Me tapo los oídos con ambas manos, y grito, grito hasta que se me desgarran las cuerdas. Plap plap plap plap. No sirve.
Me lleno las manos de tierra y la presiono contra mis odios con todas mis fuerzas. Plaplaplaplaplap, las gotas se suceden sin pausa ya.
Miro el precipicio plaplaplaplaplap. Grito y grito hasta escupir sangre. Ruido maldito ruido condenado ruido ¡Basta! ¡Basta! plaplaplaplap
Miro el precipicio plaplaplapla ¡Aaauughhhh!
Salto.
Siento el aire en mi cara, el agua me golpea el resto del cuerpo, voy cayendo mezclado en la cascada.
Plaplaplapla... Plapapap...plapap... plap... Silencio
¡Cesó el ruido! Un éxtasis se apodera de mí. Recobro mi felicidad mientras vuelvo a mi lugar perfecto. Atino a mirar hacia abajo, veo rocas, voy a morir. Cubro mi cabeza con ambos brazos, cierro fuertemente los ojos y me preparo para el impacto mientras me pregunto si me abre apu - plap... Silencio.
sábado, 21 de mayo de 2011
¿De qué tenemos que pedir perdón? Subcomandante Marcos.
Se suelen publicar retazos de historia y presente según las efemérides. Yo prefiero hacerlo según mi humor.
El 1ro de Enero de 1994 se levantó el EZLN. El gobierno mexicano entabló una guerra interna contra los revolucionarios. El pueblo se levantó bramando contra la terrible represión. El 12 de Enero el presidente Salinas ordenó cesar el fuego. Invitó al diálogo y ofreció el perdón a los zapatistas. Aquí la respuesta firmada por el subcomandante Marcos.
El 1ro de Enero de 1994 se levantó el EZLN. El gobierno mexicano entabló una guerra interna contra los revolucionarios. El pueblo se levantó bramando contra la terrible represión. El 12 de Enero el presidente Salinas ordenó cesar el fuego. Invitó al diálogo y ofreció el perdón a los zapatistas. Aquí la respuesta firmada por el subcomandante Marcos.
"Hasta el 18 de enero de 1994 sólo hemos tenido conocimiento de la formalización del "perdón" que ofrece el gobierno federal a nuestras fuerzas. ¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar, de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?
¿Los que durante años y años se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural," es decir, de sarampión, tos ferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!" que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a las muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se pudiera sacar algo para completar el estómago?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?
¿El presidente de la República? ¿Los secretarios de Estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)