viernes, 24 de febrero de 2012

No rompas las bolas




    "No te metas" es una construcción interesante. Ni bien la leemos, todos (salvo el colgado de siempre) sabemos que se refiere a "la política". La continuación de la frase fue cambiando con el tiempo. Durante la última dictadura, y durante los años anteriores, la frase era "No te metas o vas a ser boleta", luego, volvió la democracia y hubo un tiempo bello en el que "No te metas" se disimuló un poco, y con el menemismo volvió a pleno: "No te metas, eso es para chorros". O su gemela: "La política es para hijos de puta".

     En el 2001, cuando estalló todo a la mierda, se metieron muchos. Se metieron desordenadamente, se metieron inorgánicamente, se metieron como pudieron. A partir de entonces, empezó a surgir un actividad más fuerte desde la juventud. Es algo cíclico, que se puede seguir a lo largo de nuestra historia.

     Sin embargo, no se puede negar que este gobierno ha tenido políticas dirigidas hacia la juventud. Entre ellas, la creación misma de una agrupación como La Cámpora. Esta agrupa tiene características interesantes, ha tenido un desarrollo territorial importante, y una participación en espacios de poder, y en los medios, que es envidia del resto de las agrupaciones kirchneristas.

     Ahora ¿Qué tipo de participación ofrecen estos espacios? Sobre esto ya publicó alguna vez el Popurrí. El kirchnerismo se jacta de haber terminado con el "No te metas", negando así el hecho de una juventud que se levanta por su propia inercia, por su mandato temporal y cultural, a lo largo y ancho del mundo. Una juventud que es, en sí misma, por sus intenciones y su potencialidad, superadora de la mayoría de los líderes políticos actuales. La dirigencia kirchnerista se cuida muy bien de no contar que su anhelo máximo es cambiar ese "No te metas" por un llano y simple "Metete pero no jodas". La intención es doble. Por un lado, intentar contener el instinto cuestionador de la juventud, y por el otro, hacerse de una masa de apoyo militante. Es un círculo perfecto para conservar el estado de las cosas reteniendo las fuerzas de cambio ¿Es un círculo perfecto? Lo dudo, pero veremos.

     A pesar de ya haber escrito al respecto, hoy me parece importante hacer nuevo hincapié ¿Por qué?  Porque hoy veo a "jóvenes k" que hacen malabares para justificar su posición: "No, si, hay que estatizar los trenes", "Sí, también hay que hacer algo con las mega mineras que primarizan la economía y se llevan ganancias impresionantes al extranjero", "Si, si, también es verdad que hay que recuperar el control sobre los hidrocarburos porque las concesionarias nos vaciaron y no invirtieron nada". Esta parte, claro, es la parte más formada de la militancia kirchnerista, está conformada por quienes han ido armando, con el tiempo, una ideología propia, una concepción propia del Estado, del Gobierno y de la relación entre ambos.

     Hoy se ven, claramente y a grandes rasgos, dos tipos de militantes oficialistas. Por un lado tenemos a quienes adhieren absolutamente a toda línea que baje de la dirigencia (incluso defendiendo a siniestros como Schiavi). Son aquellas y aquellos que compraron realmente el "Metete pero no jodas", que se contentan con pertenecer, que militan por una cuestión de afecto, y no de voluntad de cambio. En el Popurrí no se juzga moralmente, simplemente se busca describir para entender.

     Por el otro lado, se ve a una buena porción de esa militancia pensando. A ellas y a ellos, en gran medida, humildemente, les escribo. No con soberbia, si no con esperanza. Les escribo no para decirles que se vayan de ahí, que vengan acá, que se muevan para allá, o que se vayan a cagar. No, les escribo para pedirles, como compañero, que jodan, que rompan las pelotas.

     Quiero pensar, que si su dirigencia no decide terminar con el aparto asqueroso de las privatizaciones ferroviarias ahora que las tiene tambaleando, que si en vez de estatizar YPF, se conforman con hacer una empresa mixta (nacional, pero mixta) como pidió Dromi hace unos meses, que si en vez de escuchar a los pueblos cordilleranos y los Pueblos Originarios, deciden seguir dejando entrar a mineras saqueantes y contaminantes, espero, que si eso es así, se planten y manden a todos a la puta que los parió. Lo espero, para seguir siendo compañerxs, aunque nos separen banderas.

jueves, 23 de febrero de 2012

Quisiera

     Hay un saber popular, que no se dice pero se comparte, es uno que asegura que intentar sumar porotos propios de la desgracia ajena es de mal gusto. Este saber, cuando entra la muerte en juego, se pone más duro, y dice que es de hijo de puta aprovechar la muerte ajena para beneficio personal. Y sí, yo estoy de acuerdo, sería muy cínico y sorete aprovechar las (por ahora) cincuenta muertes de Once para buscar quedar bien en la opinión pública.
     No obstante, creo que hay algo que no se puede negar, y es que de estas muertes (y de la muerte en general) sí se pueden sacar réditos. Es de la muerte de donde la humanidad más aprende, aprende lo que va y lo que no va, aprende hasta donde sí y hasta donde no. Y es en este sentido, me parece, que nos toca hacer un ejercicio ¿Hasta dónde vamos a seguir aguantando?
     Quiero que quede claro, doblemente claro, que no hablo acá de la Presidenta, del kirchnerismo, del yeta Carlitos, de los soretes de Schiavi y Cirigliano, de nadie puntual. Cada una y cada uno tendrá más o menos sus propios culpables. Acá intento ir más allá, intento invitarnos a pensar un poquito más lejos de las culpas, intento invitarnos a pensar, juntos, entre todas y todos ¿Cómo mierda hacemos para que estas cosas no pasen más? Sí, las desgracias pasan, pero pasan mucho más seguido y de forma mucho más terrible cuando las ayudamos.
     Esta tragedia asistida pone sobre el tapete uno de los lugares más oscuros de nuestro Estado, de nuestro país, de nuestro día a día. Un lugar donde se puede ver, en escala media, lo más podrido de nuestra historia reciente, pero también lo más hermoso de nuestra historia no tan reciente. A través de los ferrocarriles podemos viajar, no sólo en el espacio, si no también en la historia. Podemos ver nuestro pasado y, también, a partir de lo que hagamos con ellos, podremos ver nuestro futuro.
     Los ferrocarriles son, en cierta medida, y creo no exagerar, la columna central de nuestra historia económica y social. Aquí, en el conurbano, nos han enseñado que los trenes son ese transporte barato y choto que nos lleva cada día al laburo. Lo cierto, es que fueron mucho más, y que deben volver a ser más si pretendemos solucionar algunos de los grandes problemas de nuestro país.
     De verdad les digo, estoy muy mal, desde ayer que estoy acongojado, triste, enojado, frustrado. Me duele en el pecho que cincuenta personas se hallan muerto porque nos dejamos estar. Porque es así, nos dejamos estar, nos dejamos ningunear, nos dejamos tratar como ganado, nos dejamos robar y, como si fuera poco, nos dejamos matar ¿Hasta dónde vamos a seguir aguantando?
     Tengo la esperanza, quizás desmedida, de que a esta tragedia asistida se le pueda dar un poco de ¿sentido?. No, no es sentido, pero quisiera que al menos sirva para algo. Quisiera que sirva para que aprendamos, quisiera que sirva para que pensemos juntos, quisiera que sirva para que nos planteemos construir un país más digno, más alegre, donde lo público sea espacio de encuentro y no un "garrón" que nos tengamos que comer para ir a laburar; y no un lugar de lucro para unos pocos; y no un lugar de muerte...
     Quisiera que soñemos con recuperar nuestros ferrocarriles y con ellos nuestra dignidad, quisiera que nos propongamos intentar hacer de nuestros sueños una realidad, quisiera que transformemos el deseo en acción. Quisiera, y quisiera que vos también lo quieras.