sábado, 30 de julio de 2011

¿Contradicciones?


En la vida hay contradicciones, se las encuentra todo el tiempo. Se esconden en heladeras, debajo de las almohadas, entrepapeladas en los escritorios y hasta en los propios dedos. Se disfrazan de espacio entre un par de prominentes paletas, de pezones empecinados en apuntar a direcciones opuestas y hasta de grandes pestañas sobre ojos sin sabor. Hay contradicciones, y a veces hasta nos resultan atractivas.

De entre todas ellas hay un par, dos, que me resultan inquietantes. Son, para mí, especialmente molestas, y no porque me jodan de manera particular, de hecho, hasta el día de hoy no las sufrí en, lo que se dice, carne propia. Me perturban, principalmente, porque las encuentro de manera cotidiana. Pero no sólo por eso, sino que también me eriza, en cierto modo, el hecho de que ellas no se consideren tales. Yo creo que son contradicciones, por cierto, pero ellas se empecinan en querer demostrarme lo contrario.

Es curioso, o tal vez no, que se manifiesten regularmente en un grupo de determinadas personas, esas mismas con las que suelo compartir gran parte de mis razonamientos (aunque eso de "mis" me suene a un exceso de egolatría).



Una de ellas me parece adivinarla en quienes defienden a ultranza, como yo, la teoría de que las condenas, a los criminales de a pie, como un pibe chorro digamos, deben ser suaves, y deben impartirse con humanitarismo. Lo sostenemos así porque entendemos que esos pibes están influenciados por una suerte de fuerzas sociales, y culturales, que modelan sus actividades. Como les decía, muchas veces noto, en estas personas, lo que yo entiendo es una contradicción. Lo hago porque, a la hora de tratar a otro tipo de criminales, que no nacieron, por ejemplo, en una villa, son partidarios de la crueldad como correctivo. Para ser más claro, y salirme de la escritura con fines de boutique, lo pregunto en gaucho ¿No se contradicen quienes piden baja pena para la gente humilde y cadena perpetua para los represores? Apa, que preguntita eh. Ahora, probablemente, si es que al menos dos personas han llegado a leer hasta aquí, una, quizás, se esté empezando a inquietar, pensando que, tal vez, este Pino sea medio facho.

La explicación, que suelo escuchar cuando planteo esta inquietud, es siempre igual, o casi: "No es lo mismo un pibe que nace sin oportunidades a un pibe que nace con muchas". En este caso, cabría preguntarse sí, aquella gente que ha tenido la desgracia de nacer en la miseria, pero ha llevado una vida adelante sin delinquir, tiene el derecho de pedir cadena perpetua para el pibe chorro que terminó matando ¿Acaso quienes nacimos y nos criamos en un barrio de clase media (o alta) estamos menos atados a las fuerzas sociales y culturales que quienes lo hicieron en una villa? Hay quienes me dirán "Por supuesto que si, porque tenemos la posibilidad de discernir el efecto que esas fuerzas causan en nosotros". Pero esto, está claro, no siempre es cierto, pues no siempre quien nace con la posibilidad latente de aprender, termina aprendiendo. Muchas veces, esas mismas influencias socio-culturales llevan, a alguien, que nació con la aparente oportunidad de discernir la influencia de aquellas, a no hacerlo, pues prefiere jugar al backgammon, o la play 3. Dudo, para seguir el ejemplo, que muchos de los milicos que han participado en la última dictadura hayan sabido discernir la influencia que tuvieron, en ellos, las fuerzas socio-culturales, de hecho, hasta el día de hoy, es todavía un misterio, pues las implicancias fueron enormes ¿Cuántos de los milicos, que en aquellos tiempos eran subordinados de los subordinados de los capos que respondían a los intereses nacionales que respondían a los intereses internacionales, sabían que estaban siendo usados de forro por el capitalismo norteamericano en su lucha contra cualquier idea de emancipación de la colonia? ¿Cuántos, aún hoy, niegan tajantemente que eso haya sido así? ¿Qué debería entonces priorizar el Estado? ¿La prisión de quienes no entendieron el rol que jugaron o la compresión de los hechos? Ya, me estoy yendo a otro partido, sepa disculparme.



Sigamos, ahora, con la otra ¿contradicción? que me aqueja habitualmente. Se da, al igual que la anterior, con sorprendente regularidad, aunque quizás en un número menor de gente. La veo, en resumidas cuentas, en quienes defienden a ultranza, como yo, la libertad de credo. Solemos coincidir en una gran cantidad de cuestiones, como el hecho de que cada quien puede introducir en su cuerpo la sustancia que desee, o que cada quien puede definir, sin más, el género que desea represente su identidad (en este caso hago una salvedad, yo quisiera que hasta existiera la posibilidad de Género: "ninguno" ¿Por qué no?). Sin embargo, recientemente, me di cuenta que con muchas de aquellas personas con quienes comparto estas visiones, tengo desencuentros a la hora de hablar de prostitución. Me ha sorprendido, y no gratamente, ver que me encuentro más sólo o, mejor dicho, menos acompañado de lo que pensaba en esta cuestión. Soy un convencido, y la enorme mayoría de las tres personas que tal vez lean esto deben saberlo, de que la prostitución debe ser legalizada, regulada, y lxs trabajadorxs sexuales deben poder defender sus derechos como gremio. Estaba convencido, hasta la erradicación del rubro 59, que éramos muchos y muchas quienes pensábamos de este modo, y me he llevado la sorpresa de ver que no es así. Aquí también hay argumentos, que suelen estar maquillados con diferentes colores, pero al final de cuentas dicen, simple y llanamente "¿Cómo se van a dejar coger por guita?", a lo que yo me pregunto, sorprendido ¿Qué les hace pensar que ellxs no están cogiendo? En fin ¿Acaso no deberíamos entonces prohibir el porno? Espero que no...

Como sea, manifiesto por las dudas, que me opongo a la explotación sexual, porque me opongo a la explotación en general, pero en este caso particular estamos a tiempo de evitarla y buscar formas de que la prostitución legal se ejerza sin intermediarios que cobren por, simplemente, tener plata y usarla para que otrxs trabajen. En este sentido, deberíamos, entiendo yo, más que seguir tapando una realidad, buscar la manera de ayudar a la autogestión de lxs trabajadorxs sexuales, porque si no, simplemente estamos ayudando, desde la inacción, a que prosiga creciendo la explotación, pero eso, nuevamente, ya es otra historia.

Me voy aliviado, porque pude sacar del pecho estas ganas de decir "Me parece que la estás pifiando en estos razonamientos". Probablemente quienes lean esto se sientan identificadxs, pero no se preocupen, creo que debería discutir estas cosas con el 90% de las personas con que interactúo cotidianamente. Más fácil plasmarlo en un blog y respirar aliviado. Salud! Y hasta la próxima.

2 comentarios:

  1. muy buenas las fotos!, especialmente la 1era, excelente. (disculpa por quedarme con lo banal)
    EStoy de acuerdo en las contradicciones q ves, lo q no comparto son algunos de los pensamietnos q hacen q aparezcan, pero bueno... dan para rato esos temas.

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  2. Jaj, por qué disculparse, las elegí con mucha atención y apliqué toda mi nula experiencia de marketing.

    Ya nos tomaremos el tiempo amigo. Desaparecí por una angina, sé que estoy en "falta". Abrazo!

    Pino

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