jueves, 23 de febrero de 2012

Quisiera

     Hay un saber popular, que no se dice pero se comparte, es uno que asegura que intentar sumar porotos propios de la desgracia ajena es de mal gusto. Este saber, cuando entra la muerte en juego, se pone más duro, y dice que es de hijo de puta aprovechar la muerte ajena para beneficio personal. Y sí, yo estoy de acuerdo, sería muy cínico y sorete aprovechar las (por ahora) cincuenta muertes de Once para buscar quedar bien en la opinión pública.
     No obstante, creo que hay algo que no se puede negar, y es que de estas muertes (y de la muerte en general) sí se pueden sacar réditos. Es de la muerte de donde la humanidad más aprende, aprende lo que va y lo que no va, aprende hasta donde sí y hasta donde no. Y es en este sentido, me parece, que nos toca hacer un ejercicio ¿Hasta dónde vamos a seguir aguantando?
     Quiero que quede claro, doblemente claro, que no hablo acá de la Presidenta, del kirchnerismo, del yeta Carlitos, de los soretes de Schiavi y Cirigliano, de nadie puntual. Cada una y cada uno tendrá más o menos sus propios culpables. Acá intento ir más allá, intento invitarnos a pensar un poquito más lejos de las culpas, intento invitarnos a pensar, juntos, entre todas y todos ¿Cómo mierda hacemos para que estas cosas no pasen más? Sí, las desgracias pasan, pero pasan mucho más seguido y de forma mucho más terrible cuando las ayudamos.
     Esta tragedia asistida pone sobre el tapete uno de los lugares más oscuros de nuestro Estado, de nuestro país, de nuestro día a día. Un lugar donde se puede ver, en escala media, lo más podrido de nuestra historia reciente, pero también lo más hermoso de nuestra historia no tan reciente. A través de los ferrocarriles podemos viajar, no sólo en el espacio, si no también en la historia. Podemos ver nuestro pasado y, también, a partir de lo que hagamos con ellos, podremos ver nuestro futuro.
     Los ferrocarriles son, en cierta medida, y creo no exagerar, la columna central de nuestra historia económica y social. Aquí, en el conurbano, nos han enseñado que los trenes son ese transporte barato y choto que nos lleva cada día al laburo. Lo cierto, es que fueron mucho más, y que deben volver a ser más si pretendemos solucionar algunos de los grandes problemas de nuestro país.
     De verdad les digo, estoy muy mal, desde ayer que estoy acongojado, triste, enojado, frustrado. Me duele en el pecho que cincuenta personas se hallan muerto porque nos dejamos estar. Porque es así, nos dejamos estar, nos dejamos ningunear, nos dejamos tratar como ganado, nos dejamos robar y, como si fuera poco, nos dejamos matar ¿Hasta dónde vamos a seguir aguantando?
     Tengo la esperanza, quizás desmedida, de que a esta tragedia asistida se le pueda dar un poco de ¿sentido?. No, no es sentido, pero quisiera que al menos sirva para algo. Quisiera que sirva para que aprendamos, quisiera que sirva para que pensemos juntos, quisiera que sirva para que nos planteemos construir un país más digno, más alegre, donde lo público sea espacio de encuentro y no un "garrón" que nos tengamos que comer para ir a laburar; y no un lugar de lucro para unos pocos; y no un lugar de muerte...
     Quisiera que soñemos con recuperar nuestros ferrocarriles y con ellos nuestra dignidad, quisiera que nos propongamos intentar hacer de nuestros sueños una realidad, quisiera que transformemos el deseo en acción. Quisiera, y quisiera que vos también lo quieras.

2 comentarios:

  1. Duele ver que una vez mas tiene que pasar algo tragico para que decidamos pegar una virada.
    Pareciera que necesitamos llegar a estos puntos para que reaccionemos de nuestra irresponsabilidad colectiva.
    Abrazo.

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    1. Así parece, esperemos que al menos esta vez reaccionemos, esperemos que peguemos esa virada, porque si no sería más desolador aún.
      Abrazo hermano

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