martes, 5 de abril de 2011

Limitando militantes


"Corría el año 1967 y Luis ALberto Spinetta, junto a Emilio del Guercio -columna vertebral del grupo Almendra-, se habían acercado hacía no mucho a uno de los tantos espacios de militancia política del momento: Juventudes Políticas de la Emancipación Nacional (JAEN). Al tiempo hubo un plenario y uno de los temas punteados para discutir fue el consumo de sustancias prohibidas. La decisión del grupo fue que ningún cuadro político del espacio debía consumirlas. Spinetta arrastró la silla, se puso de pie, y se encendió un porro."  (Revista thc Nº37 marzo 2011 - "Porro en los 70")

Más allá de rescatar la genial rebeldía del flaco vengo a plantear un interrogante que se presentó en aquella clandestina reunión del JAEN y se presenta hoy en toda la flamante, y no tan, militancia nacional ¿Hasta qué punto debe uno/a aceptar la línea del partido o su líder político?

Me llama la atención este fenómeno en muchas de las fuerzas políticas, aunque sin dudas me deja estupefacto el caso del kirchnerismo. El nivel de adhesión total que genera Cristina Fernandez en sus seguidores y seguidoras es comparable con lo que se ve en la bombonera con Riquelme, o hace un tiempo con Ortega en el monumental. "Yo soy de Cristina" suelen decir, "Yo soy soldado del pingüino", cantan. Por supuesto este apoyo enfático es para ellos motivo de orgullo. El que más canta, el que más la banca a Cris, es el mejor militante k, es el mejor amigo del pingüino.

Los motivos que generan esta adhesión son terreno de conjeturas. Hace poco, intercambiando con una militante kirchnerista, ella misma puso sobre la mesa que Cristina apoyó, y apoya, la construcción del vial costero en Vte López. Esta señorita se mostraba a la vez contraria al negociado inmobiliario, pero tenía una foto de CFK en su perfil virtual. Me explicó que "el amor es así, lo perdona todo".

Otra vez, repito, las motivaciones de este fenómeno son conjeturables, sobre todo porque son variadas. En algunos este amor se deberá a una creencia real de mejoría sustancial en el país, otros se verán beneficiados por diversas movidas que aplica este gobierno (asignación "universal", matrimonio igualitario, engranaje de subsidios), algunos incluso creen que este gobierno se le planta a la derecha, pues identifican a esta ideología política con los represores de la última dictadura y con Clarín casi exclusivamente, sin ver la gran mano derechosa que ataca básicamente en la macroeconomía y la cuasi monopolización de los medios de producción de bienes y servicios, incluidos la salud, la educación, el transporte y la seguridad. Como sea, no vengo acá a plantear un debate de visiones macropolíticas, macroeconómicas y macrosociales. En lo que quiero hacer hincapié hoy es en la forma de producción del trabajo político.

El kirchnerismo es un ejémplo más de la forma de hacer política de los grandes aparatos bipartidistas de nuestra Nación. Los militantes kirchneristas no tienen voz ni voto en el discurso o la agenda política de su líder político, se limitan a apoyar y justificar el accionar de la misma ¿Acaso hago un planteo moral sobre esta forma de trabajo? No, repito una vez más que El Popurrí hará siempre el intento de mantener las discuciones en el plano de lo material, sin invocar acá razones de corte moral en tonos de "bien" y "mal".

No creo que este sistema de construcción partidaria sea malo en sí, simplemente quiero remarcar sus limitaciones. Un militante no tiene por qué aportar únicamente al apoyo mediático, a la discución, a la confrontación con las fuerzas opositoras. Esa puede ser, y de hecho suele ser, una de sus tareas. Pero cada militante tiene su propia visión de la realidad, y creo que le aporta mucho a un partido el hecho de que la pueda expresar. No discutir, no permitir el discenso en las bases, es renunciar a nuestra propia personalidad, desechar nuestra subjetividad. ¿Afirmo aquí que todos los que apoyan a Cristina renuncian a su subjetividad? No, de hecho hay muchos que presentan diferencias con la bajada de linea oficialista. Mi crítica no se dirige al militante, mi crítica más bien apunta al sistema de construcción partidario que no toma esas inquietudes de las bases, que no hace eco de las discidencias que surgen entre sus seguidres.

Y esto es claro en el kirchnerismo, algunos pueden negarlo, pero los hechos son fuertes. Hoy en día CFK cuenta con el apoyo de fuerzas muy diversas entre sí, el Sciolismo, Moyano, Sabbatella, Hugo Yasky, Luis D´Elia y hasta recientemente Ménem. Cristina dice tener un proyecto claro de país, un proyecto claro que apoyan todas esas corrientes a veces tan opuestas. ¿Cómo es posible esto? Pues simple, Cristina (y antes Néstor), alternan decisiones que contentan a los distintos sectores. Tiran un poco para acá, un poco para allá, otro poquito para aquel. Espero me sepan disculpar si en ese tipo de accionar yo no logro ver un proyecto claro de país. El kirchnerismo no puede escuchar a sus bases por el simple motivo de que sus bases no tienen un modelo de país común, ni siquiera una serie de medidas macropolíticas común. ¿Acaso Scioli y Sabbatella plantean una sistema de seguridad pública parecido? ¿Moyano y Yasky una construcción gremial similar? ¿Ménem y D´ellia tienen visiones macroeconómicas semejantes? Cristina no tiene, por ende, otra opción que sostener el tipo de construcción centralizada y vertical que ella y Néstor armaron. Sus militantes no pueden entonces más que limitarse a tratar de justificar todas las medidas que ella toma, y así quien simpatiza con el progresismo de Sabbatella termina apoyando, sin quererlo, que Scioli sea nuevamente candidato a gobernador oficialista, quien se entusiasmó con la CTA combativa de los 90 admite el poder inmensurable de Moyano en la CGT, y se resigna a que la CTA siga sin personería, quien no apoya la economía neoliberal de Ménem ve a Boudou como su ministro de economía, y al Carlo negociando su reelección como senador con el gobernador K de La Rioja.

Fenómenos llamativos, los invitamos a sacar sus propias conclusiones. ¡Salud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario